jueves, 5 de octubre de 2017

HOYO, Miguel Angel

Según documenta el libro El Escuadrón perdido de José Luis D'Andrea Mohr, el 30 de mayo de 1976 Miguel Angel Hoyo, oriundo de General Rodríguez, provincia de Buenos Aires, inició su servicio militar como conscripto en la Base Naval Ushuaia, Tierra del Fuego.
Durante su permanencia en la Armada tuvo dos licencias largas, que pasó en casa de sus padres. Faltaba muy poco tiempo para la baja del conscripto cuando, el 29 de junio de 1977, un grupo de personas armadas se presentó en la casa de General Rodríguez. Preguntaron por Miguel Angel y se retiraron después de saber que todavía estaba en Tierra del Fuego. El muchacho había escrito a sus familiares para decirles: "[...] Bueno viejo, me faltan diez días [...] Contestame esta carta si calculás que llega antes del 2 de julio. Yo en todo caso les mando un telegrama cuando sepa bien cuándo nos vamos y a qué hora estaremos en Buenos Aires. Mañana tenemos una picada como despedida todos los colimbas de mi División".
Miguel Angel fue dado de baja el 3 de julio de 1977 y, junto con otros compañeros, embarcado en un avión de la Armada con destino final en Ezeiza.
De acuerdo con el testimonio de soldados que viajaron con Miguel, el avión aterrizó en Río Gallegos, subieron dos personas y separaron a Hoyo del resto de los conscriptos ya de baja.
La aeronave de la Armada llegó a Ezeiza a las dos de la tarde y los muchachos fueron despedidos por el cabo PEREZ, que los tuvo a cargo durante el viaje desde Tierra del Fuego, pero de Miguel Angel no hubo quien pudiera dar información. Para la Armada, el joven había desembarcado normalmente; la responsabilidad institucional había finalizado con la baja del conscripto. Miguel Angel continúa desaparecido.


Por otro lado...
Según se publicó en el El Diario Del Fin Del Mmundo de la ciudad de Ushuaia: la justicia federal de esa localidad investigó el caso hasta concluir que fue secuestrado por un grupo de tareas, pero apenas regresado a la ciudad de Buenos Aires.
Según publicó el diario la justicia en principio tomó la denuncia formulada por Lucinda Estela Guardo de Hoyo, la madre del conscripto, el 26 de mayo de 2005. Y después revisó todos los registros militares de la época hasta dar con varios de los compañeros de Hoyo que compartieron con él el servicio militar.
Los testimonios fueron concluyentes en algunos aspectos y contradictorios en otros. Por ejemplo todos coinciden en que el soldado subió al avión Electra de la Armada Argentina junto con otros conscriptos dados de baja ese mismo día, para emprender regreso a Buenos Aires a cargo de un tal “cabo Pérez”.




Las escalas del viaje no están claras. Algunos declararon que la aeronave aterrizó en Río Grande, donde habrían subido dos militares vestidos de civil que apartaron a Hoyo del resto y lo custodiaron hasta Ezeiza. Otros dijeron que la escala fue en Río Gallegos y algunos mencionan otra detención en Trelew.
Después, con matices, hay coincidencia respecto de lo que ocurrió tras el arribo del avión a Buenos Aires.
“Hoyo fue apartado a la fuerza por suboficiales que viajaban en el mismo avión y lo llevaron para otro lado, desconociendo datos del nombrado con posterioridad a ello”, declaró un testigo.
“Los suboficiales que viajaban en el avión lo entregaron a un grupo de gente que lo estaba esperando. Estos estaban armados y pertenecían a alguna fuerza militar o de seguridad, y la mayoría de los compañeros fueron testigos del episodio”, consignó otro.
“Al momento en que lo separaron en el avión, Miguel Angel se resistió, ya que sabía que lo “tenían en la mira”. Un día Miguel me comentó que había un militar que lo “tenía junado”, porque militaba en la “Juventud Peronista”, afirma un tercer testimonio.
Hubo careos entre los testigos que no arrojaron conclusiones relevantes para la causa, y hubo paraderos de soldados de la época que jamás fueron hallados para que pudieran declarar.
La versión del secuestro en Ezeiza está corroborada por más declaraciones. Otro conscripto dijo ese día, adelante de más compañeros: “¿qué le habrá pasado a Hoyo que se le arrimaron cuatro tipos?”, mientras que uno escuchó que “lo levantaron a Hoyo en un Torino blanco”.
Con estas evidencias, el juez Calvete declaró la incompetencia de su juzgado y giró las actuaciones a los tribunales de Lomas de Zamora, con jurisdicción en el lugar donde tuvo lugar el secuestro y posterior desaparición.

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